lunes, 30 de abril de 2012

Rincón de pensar, NO. Pausa positiva, SI


El otro día me dijeron en la guardería, que mi hijo había mordido a una niña, y que ya lo había hecho más veces. Les pregunté que en qué momento le mordió, suponiendo que sería una riña por algún juguete y me dijeron que “suponían” que si. Les pregunté  a ver que habían hecho y me dijeron que poco podían hacer porque es muy pequeño (21 meses), que le señalaron con un toquecito la boca enfadas y le pusieron a pensar 2 minutos ¿?
A nadie le gusta que su hijo muerda y es más difícil cuando es el tuyo el que lo hace ya que tienes que vértelas con las demás madres pensando a ver cómo le educarás y si está consentido y es un salvaje. Supongo que no pensarán como yo, de forma más benevolente que le están saliendo las 4 muelas, que es muy tenaz, que es enérgico, que no habla bien aún y expresa su frustración como puede. Con esto no quiero irme al polo de: “prefiero que muerda él a que le muerdan”, ni mucho menos. No quiero que muerda, ni que le muerdan y entiendo la posición de cualquier madre que se encuentre en el lado contrario en el que su hijo o hija sea el mordido, pero pensando el otro día en la solución adoptada, me pareció una soberana tontería.
Imaginen que un día malo les viene su pareja, o su compañero de trabajo o un amigo y les dice “no me gusta esto que has hecho, vete ahora mismo a tu cuarto, o a tu despacho o a tu casa y piensa en lo que has hecho”, ustedes qué pensarían ¿Qué les han ayudado mucho y que la próxima vez actuarán mejor y acudirán a esa persona a pedir consejo? O "¿qué derecho tienen de tratarme así?" Y cuando encima se lo hiciesen delante de mucha gente ¿No se sentirían bastante humillados? Si no nos parece un trato respetuoso para los adultos ¿por qué  ha de parecérnoslo para los niños?. Se tiene la extraña idea de que un niño se portará mejor si se le hace sentir peor, cuando la realidad es la contraria. Un niño se porta mejor cuanto mejor se siente.
 La misma orden da un poco de miedo “vete a pensar” como si nosotros pudiésemos dominar lo que nadie esté pensando. Probablemente, lejos de pensar en lo que han hecho pensarán en vengarse por la humillación, o en cómo hacerlo la próxima vez para que no les pillen o en el peor de los casos pensarán que son unas personas horribles que no valen para nada.
En los momentos de conflicto, de riñas, de rabietas…la mejor opción no será el rincón de pensar, humillante y a modo de castigo, sino la pausa obligada positiva. Está concebida para que los niños se sientan mejor, para que se calmen de verdad y para que aprendan a salir de un momento de tensión de forma eficaz. La pausa obligada positiva es un momento de calma en un sitio especial  que ellos mismos han preparado, donde los niños pueden escuchar música, leer, jugar con algún juguete y cuando se hayan relajado vendrá el momento de buscar soluciones al problema e incluso a veces no hará falta, ya que con la propia pausa el problema habrá desaparecido.
-          Invertir tiempo en enseñarles el funcionamiento del la pausa positiva: La mejor forma de enseñarles es el ejemplo. Nosotros los adultos también podemos necesitar de vez en cuando un momento de calma y tener preparadas unas revistas o un libro en algún lugar al que retirarnos unos minutos. En el aula, se puede fabricar entre todos un lugar especial tipo “la playa”, con algunos juguetes, unos cascos con música, puzles…La profesora no se va a retirar a ese lugar pero puede sacar un tarro con arena y ponerlo encima de la mesa cuando necesite unos minutos en los que los niños sabrán que no deben molestarla.
-          Permitir que los niños decoren el sitio especial: Si los niños no tienen edad suficiente para diseñarla y decorarla, significa que no tienen edad suficiente para utilizar la pausa positiva y tendremos que acompañarles de otro modo en sus conflictos. Algunos preferirán decorarla como una playa, otros como  el regazo de su abuela, otros como unas nubes…Y usaremos estos nombres, menos asociados al castigo que pausa positiva, cuando vayamos a utilizarla.
-          Desarrollar con anterioridad con nuestros hijos o alumnos un plan para utilizarla: Explicar que a uno de los dos que tenga el conflicto o a los dos podía irles bien ir a su sitio “feliz” para calmarse e intentar después buscar soluciones. Por ejemplo diremos  ” fulanito estas nervioso, te ayudaría irte a la playa? O a las nubes?” También es importante la forma de sugerirlo “¿te ayudaría?” en vez de “vete”. Igual algunos niños están demasiado enfadados para querer ir y entonces podemos proponerles acompañarles, igual a nosotros como padres también nos viene bien esa pausa. Si aún así siguen sin querer ir podemos ir nosotros igualmente, dando ejemplo de cómo una pausa viene muy bien.
-          Enseñar a los niños que cuando se sientan mejor pueden buscar soluciones a su problema. Estas soluciones las buscaremos realizando preguntas de curiosidad para que sean los propios niños los que decidan las soluciones y no se las demos hechas. Preguntas como: ¿Que intentabas conseguir?, ¿Cómo  te sientes con lo ocurrido?, ¿Qué crees que lo ha provocado?, ¿Qué has aprendido de esto y como puede utilizarlo en el futuro?, ¿Qué soluciones propones ahora?  
      Demasiado a menudo los adultos intentamos inculcar a nuestros hijos lo que hay que hacer en vez de ayudarles a que ellos mismos saquen las conclusiones y que sepan en un futuro solucionar sus problemas y que se hagan responsables de sus conductas. Esta forma de utilizar las pausas no es permisividad, sino respeto y sin duda es la mejor forma de educar a nuestros  niños. Todo el artículo está inspirado en un capítulo del libro “Como educar con firmeza y cariño” basado en la psicología positiva de Jane Nelsen, cuya lectura recomiendo a todas las personas, más aún las que deban educar a niños pequeños. De esta misma autora dejo aquí un vídeo sobre los 5 criterios a seguir para aplicar una psicología positiva en la educación.






martes, 24 de abril de 2012


MUSICOTERAPIA

La música, potencia los valores humanos y espirituales que ayudan a vivir. Se trata de un mensaje que va dirigido directamente al alma de las personas, sin pasar por filtros de la consciencia ni del pensamiento racional. Cuando en el colegio estudiábamos música, la descripción que se hacía de la misma era: “La música es el arte de combinar sonidos en el tiempo”. Es una definición ciertamente sencilla, si bien entraña  un gran problema a la hora de analizar la propia esencia musical.
La primera parte de la descripción afirma que la música es un arte, pero ¿En qué momento empieza a considerarse una arte a diferencia de unos cuantos sonidos articulados para establecer comunicación?  Sabemos que el arte, en general, nace cuando el ser humano toma conciencia de sí mismo y de su trascendencia. Así podemos encontrar pinturas rupestres realizadas en cuevas representando animales, escenas de caza…, por lo que también asumimos que estos seres humanoS primigenios utilizarían su cuerpo y su voz para hacer sonidos que combinasen de una u otra forma para hacer música. Aquí radica el problema esencial y es que la música solo existe cuando está sonando. Las partituras, los CD, las grabaciones…son soportes de la música, pero no son música. Es por ello que podemos considerar la música como un arte totalmente efímero, del momento en que se escucha y esto es también lo que la hace tan especial.  Te sitúa en el momento presente en el que la escuchas y a la vez es capaz de transportarte en el tiempo a momentos y lugares distantes.
En prácticamente todas las culturas y sociedades humanas la música es considerada un regalo de los dioses. De hecho la palabra música proviene de la “musas” que vivían en el Olimpo y eran inspiradoras de la música. El origen de la música el propio ser humano lo relaciona con una entidad superior, una divinidad. No estamos tan lejos de estas creencias primitivas cuando hoy en día existen refranes populares como  “Quien canta, sus males espanta” y de hecho se está utilizando la música con efectos terapéuticos muy buenos en diferentes tipos de patologías: autismo, trastornos de conducta, neurosis, terapias de socialización…
En este contexto terapéutico la finalidad de la musicoterapia es la de ayudar al ser humano de muy diversos modos (musicoterapia preventiva) y de ayudar al ser humano enfermo (musicoterapia curativa).  Pero hemos de decir que cualquier actividad musical en sí misma no es terapéutica, sino que en musicoterapia existen métodos y procedimientos frutos de investigaciones científicas en los ámbitos terapéuticos, musicales y musicoterapéuticos.
Ya hemos hablado al principio de cómo la música está completamente ligada a nuestra parte emocional. Escuchar cierto tipo de sonidos nos relajan, otro tipo de sonidos consiguen el efecto contrario de excitarnos,  nos llevan a preguntarnos cosas,  nos conducen a la intriga, nos alegran…y así un gran número de sentimientos y de emociones. Es necesario, que  la vida emocional del ser humano sea educada, formada, tanto en beneficio de sí mismo como de la sociedad en la que está inmerso. La alexitimia o incapacidad de expresar los propios sentimientos es muy común hoy en día. El no saber qué clase de emoción estamos atravesando nos hace difícil el procesarla y poder expresársela a otra persona con el fin de solucionar el conflicto. La musicoterapia puede ayudar a fomentar unas u otras emociones, a poder situarlas y tomar conciencia de ellas.

La Musicoterapia preventiva consiste en actividades musicales, en las cuales los niños participan y se lo pasan bien, a la vez que hay detrás de todas esas actividades, una serie de objetivos destinados a fortalecer y al mismo tiempo prevenir futuros problemas en las siguientes áreas:
- Fisiológica: Influye en el metabolismo y una buena utilización de la misma refuerza el sistema inmunitario.
- Comunicación. Estimula la expresión de problemas e inquietudes.
- Sensitivo: La música toca de directamente todo el sistema emocional del ser humano.
- Cognitivo: Ayuda a desarrollar la concentración y aumentar la coordinación auditiva, visual y motriz.
- Motriz: Ayuda a la lateralización, a conocer el ritmo interior, el esquema corporal y la concentración.
- Social: Fomenta las relaciones sociales.
- Educativo: Ayuda en la formación, desarrollo personal y dificultades de aprendizaje.

El musicoterapeuta realiza una evaluación inicial donde observa el desarrollo físico, intelectual, afectivo y social del niño. Se informa a través de maestros y padres del gusto musical y sonoro de los niños, así como de aquellos sonidos o instrumentos que pueden resultarles desagradables.
Una vez conoce todos estos datos, se plantea unos objetivos con la finalidad de ir mejorando y fortaleciendo cada una de las áreas de desarrollo.
Las sesiones de musicoterapia tienen que ser muy estructuradas para favorecer un ambiente previsible y conocido para el niño.
Se trabaja con el canto, audiciones, improvisaciones, composición de canciones, viajes musicales y tocando instrumentos en función de los objetivos fijados para cada sesión.

Así que, yendo un poquito más allá de las terroríficas clases de flauta de los más pequeños, deberíamos incluir la música dentro de la vida y de las rutinas de nuestros niños aprovechando todas los beneficios que ésta nos puede ofrecer y nos ofrece.Y en el ámbito educativo incluir talleres de músicoterapia con profesionales preparados sería una buena opción.



jueves, 19 de abril de 2012

Tenemos que hablar de Kevin. Jóvenes asesinos


Llegué tarde, para cuando me quise dar cuenta ya habían quitado la película del cine y tendré que esperar a que salga en alquiler para verla. Estoy impaciente.
Hace 3 años leí el libro “Tenemos que hablar de Kevin” escrita por Lionel Shriver, editada en 2003. La novela cuenta la historia de Eva, una mujer satisfecha consigo misma. Es autora y editora de guías de viaje para gente tan urbana y feliz como ella. Casada desde hace años con Franklin, un fotógrafo e iluminador que trabaja en publicidad, decide, ya cerca de los cuarenta años y tras muchas dudas, tener un hijo. El producto de tan indecisa decisión será Kevin. Sin embargo, casi desde el comienzo, nada se parece a los inefables mitos familiares de la clase media urbana y feliz. Para empezar, Eva siente que Franklin se ha apoderado de su maternidad y le está convirtiendo a ella en el mero contenedor del hijo por nacer, privándole de placeres tan apreciados por Eva como el sexo, la gimnasia o el vino.Desde el comienzo del libro se aprecia como el vínculo madre- hijo está roto desde el mismo instante del nacimiento, incluyendo ese mágico momento posterior al parto.
Tras reflexionar sobre el libro que me tuvo angustiada durante cierto tiempo, me asaltaban muchísimas preguntas ¿Puede una madre sentir rechazo por su hijo nada más nacer éste? O planteada la pregunta de otro modo ¿Puede un hijo despertar la antipatía de su madre con su conducta nada más nacer? ¿Puede un niño mostrar conducta antisocial desde bebé?
Ante una persona antisocial, sobre todo si se trata de un niño siempre la primera pregunta que se nos viene a la cabeza es si la persona en cuestión es “así”, o si no ha tenido un entorno favorable para desarrollar una conducta normal. Mi opinión al respecto es un sí a medias para cada una de las preguntas. Es decir, el bebé viene dotado con un temperamento singular y único biológicamente determinado (que pude ser considerado  más o menos “difícil” o “fácil, como se quiera ver). A su vez, los padres ante el nacimiento de un hijo tienen unas expectativas, que aunque no sean realmente conscientes, están ahí. Cuando estos dos hechos chocan o son contrarios no logra establecerse un vínculo sano entre la madre y el hijo.
Por otro lado, diversos estudios como el realizado en 2010 a 120 familias en el Reino Unido, indican que la depresión materna  durante la gestación tiene efectos sobre la conducta del hijo, teniendo éste más probabilidades de desarrollar una conducta antisocial. La depresión postparto también es un factor que hace que no se desarrolle un vínculo afectivo sano entre la madre y el hijo con las consecuencias devastadoras que esto implica ya que a ese niño le costará mucho establecer vínculos con sus pares en el futuro.
Lo realmente escalofriante de este libro es que, aún tratándose de ficción, podría haberse basado en una historia real perfectamente, como la del la Matanza del Columbine, que tuvo lugar el 20 de abril de 1999 en un  instituto de enseñanza media de Littleton,Colorado. Ese día dos alumnos preadolescentes del centro escolar ( Eric Harris y Dylan Klebold) asesinaron a balazos a 11 compañeros y un profesor y provocaron 23 heridos graves antes de suicidarse.
En  un primer momento, las autoridades introdujeron una perspectiva psiquiátrica para interpretar el suceso, y esta hipótesis fue adoptada de manera acrítica por los medios de comunicación. Sin embargo, una investigación llevada a cabo por Aronson parece desmentir esta conclusión. Tras una cuidadosa revisión del historial académico y personal de Harris y Klebold, lo que se aprecia es que los informes elaborados por el tutor de ambos pocas semanas antes del suceso eran favorables, que, como alumnos gozaban de la estima de sus profesores y que desde un punto de vista académico estaban por encima de la media de su curso. En sus familias no había problemas. También se puede descartar un carácter huraño o insociable, ya que asistían habitualmente a las fiestas y bailes que organizaba el centro para sus alumnos. Todos  estos datos, contrastados y considerados en conjunto son contrarios a la interpretación psiquiátrica.
La interpretación de Aronson, que a la larga se acabó imponiendo, parte de la atmósfera dominante en Columbine. Una atmósfera con prácticas de exclusión social reflejadas en las llamadas “cintas de Columbine” con diversos testimonios recogidos inmediatamente después del suceso. Los alumnos favoritos de la dirección, los que destacaban en las prácticas deportivas y los más directamente involucrados en la marcha del centro, ejercían un control sobre el resto y los sometían a un acoso constante, tanto físico como psicológico. Todo ello ocurría en la más estricta impunidad. Una búsqueda en internet tras la masacre reveló que muchos jóvenes de EEUU podían adivinar correctamente las experiencias de rechazo de Harris y Klebold y sin aprobar su conducta daban muestras de comprensión y empatía hacia ellos.


Todo lo aquí recogido nos lleva otra vez a la misma reflexión ¿Qué peso tiene el ambiente y que peso tiene la herencia a la hora de intentar comprender  estos terribles actos? ¿Pueden unos buenos vínculos familiares paliar el  sufrimiento de un acoso reiterado día tras día en el colegio? ¿Podría haberse prevenido? 

martes, 10 de abril de 2012

Trastornos de la conducta alimentaria, la punta del iceberg


Cuando hablamos de enfermedades como  anorexia y bulimia nerviosa, vigorexia o trastorno de la ingesta compulsiva (no clasificado en el DSM VI-R) nos referimos muchas veces a enfermedades en sí mismas sin tener en cuenta  que los trastornos de la conducta alimentaria van asociados, en su mayor parte, a  patologías más severas. Es decir, estos trastornos son SÍNTOMAS  de algo mucho más arraigado y enraizado en la personalidad de las personas que las padecen.
En las sociedades en las que contamos con mayor cantidad de alimentos es curiosamente donde proliferan más los trastornos de conducta alimentaria. Datos estadísticos:
-          En países industrializados tienen una incidencia del 3,5% en grupos de alto riesgo (mujeres de entre 15 y 35 años)
-          Más del 50% de todas las edades han seguido dieta en algún momento de sus vidas.
-          Más del 27% de mujeres afirman tener la necesidad imperiosa de tomar dulces.
-          Un 19% de ataques de bulimia.
-          Un 17% de comer empujadas por el estrés.

Leche con amor:
F. Kröger asegura que los hábitos alimentarios son un reflejo de las necesidades afectivas y de la salud mental de la persona. La ingesta no es solo un proceso fisiológico con el que el cuerpo se alimenta. Se trata también de una alimentación emocional la que entra en juego en cada una de  las comidas que realizamos. El sentimiento de acogimiento está íntimamente ligado a la ingestión de alimentos. Ese sentimiento de ser querido y cuidado ligado a la ingesta se queda grabado y no se pierde jamás.
El otro día en clase de Análisis Transaccional,  la profesora Amaia Mauriz comentó que ella siempre pregunta a sus pacientes por sus rituales de antes de acostarse y sus rituales de comidas porque le parecen muy importantes para hacerse una idea del estado general de la persona. Esto me hizo pensar en los niños que realizan sus comidas en soledad, los desayunos por ejemplo. Un niño o niña de 7 u 8 años tiene la suficiente capacidad cognitiva y  motriz para prepararse el desayuno, sin embargo, los  niños no tienen límites si no se los ponen. Así un niño que desayuna, come o cena solo, se puede comer esa soledad con un paquete y medio de galletas, o no comer absolutamente nada o comer siempre lo mismo. No me refiero al aspecto únicamente nutricional. Con el tiempo ese niño o niña puede ser incapaz de recibir alimento (anorexia), incapaces de recibir amor, de quererse, o bien incapaces de retener cualquier afecto, de retener el alimento (vómitos),lo buscan de una forma compulsiva y desesperada pero inmediatamente lo expulsan fuera de sí porque no se creen merecedores de ello.



Los trastornos de la conducta alimentaria no son solo un problema de tallas. Si bien es cierto que los cánones de belleza actuales, la presión social, el abuso de Photoshop, la publicidad etc  …no ayudan a erradicar el problema.
Todos los colegios e institutos deberían contar con programas de prevención que hablen sobre:
-          Nutrición: Mitos, fases de crecimiento…
-          Cánones de belleza: De la antigüedad a la actualidad.
-          Publicidad: La irrealidad de las campañas.
Pero una vez más quiero recalcar la importancia que debe darse a los hábitos alimenticios dentro de las casas, en el seno de cada familia. No quiero culpabilizar con este artículo a las familias de las personas afectadas ya que de hecho se ha comprobado que muchas personas que padecen estos trastornos provienen de familias perfectamente ajustadas, pero por una razón o por otra su mente ha decidido tomar ese derrotero al enfrentarse con el estrés, quizás preservándoles de sufrir  algo peor, a modo de advertencia.
Aconsejo la visualización de este corto : A Contracuerpo, de Eduardo Chapero- Jackson que expresa muy bien el sentimiento de profunda soledad  y la angustia que padecen las personas con este tipo de trastornos.



martes, 3 de abril de 2012

HIPERACTIVIDAD VS DEPRESION


HIPERACTIVIDAD   VS    DEPRESION

-          Cambios en el estado de ánimo.
-          Irritabilidad, se enfada fácilmente.
-          Hipersensibilidad, llora fácilmente.
-          Negativismo, resulta difícil de complacer.
-          Sentimientos de inutilidad.
-          Deseos de huir, de escapar de casa.
-          Conducta agresiva.
-          Alteraciones del sueño.
-          Bajo rendimiento escolar.
-          Quejas somáticas
¿De qué dirían que se tratan estos síntomas? Seguramente, lo primero que se les viene a la cabeza es la imagen de aquellos niños descuidados, pesados, gritones, inquietos y desobedientes. Todo el mundo conoce a uno o varios. Un niño con TDAH, enfermedad tan extendida y diagnosticada últimamente, tan “de moda “, en resumen.
En realidad he sacado estos síntomas de los criterios diagnósticos (entre varios otros) de la depresión infantil que, al contrario del TDAH está infra diagnosticada en la actualidad.

Es estadísticamente imposible que el TDAH esté tan extendido actualmente. En todas las clases nos encontramos, no solo con uno, sino con varios niños diagnosticados de hiperactivos. Los padres ya pueden respirar tranquilos, no son ellos culpables, no tienen niños mal educados. Tienen niños enfermos y les  ponen la etiqueta y vuelven a los colegios con su etiqueta, pero solo con ésta ya que no se les ofrece un tratamiento adecuado. Siguen teniendo que pasar 7 u 8 horas sentados, quietos, atendiendo y concentrados. ¿Alguien llega a comprender lo que significa esto para un niño realmente hiperactivo? Imaginen por un momento que les meten en una habitación cerrada con un hombre orquesta haciendo ruido y un león gigante paseándose a su lado y entonces les ponen un cuaderno delante y les dicen que estén calmados y atentos, que ordenen ideas y que estudien concentrados, ¿podrían?
Como ya he mencionado anteriormente, el TDAH está sobre diagnosticado. Lo diagnostican psicólogos, pediatras, profesores e incluso alguna señora en el supermercado se puede atrever a hacerle un diagnóstico de su hijo en un minuto. En realidad el TDAH lo puede diagnosticar UNICAMENTE un neurólogo haciendo las pruebas pertinentes dentro de las cuales se encuentran AULA, el más novedoso test objetivo basado en la realidad virtual.



Por otra parte,los test que se utilizan actualmente para el diagnóstico del TDAH, como el de Conners, que consta de una hoja para rellenar por los profesores y otra para rellenar por los padres con preguntas sobre la actividad del niño en su entorno, me parece de muy escasa utilidad ya que se trata de una prueba totalmente subjetiva y sujeta a la percepción de los profesores y los padres, sin duda las figuras menos objetivas que nos podemos encontrar, además de tratarse de personas no entrenadas para la observación sistemática.
 Los psicólogos podremos dar un apoyo educativo, orientativo, al niño y a la familia, pautas que les ayuden a contener la impulsividad de sus hijos, ayudar a calmar la ansiedad y el sufrimiento del propio niño. Pero ciertamente no es un trastorno psicológico sino neurológico y  van a  necesitar medicación, solo si es realmente un afectado por el TDAH.
En el otro polo nos encontramos con el infra diagnóstico de la depresión infantil. El otro día le comenté a mi madre que en clase habíamos estado hablando de la depresión infantil y me contestó:” ¡Que bobada! ¿Cómo va a tener un niño depresión?”Y estoy convencida que mi madre no es la única que piensa así.
La palabra depresión la asociamos con tristeza, letargo, incapacidad de disfrute…y esos síntomas  son ciertos, pero mucho más visibles en personas adultas. La tristeza adulta se traduce en un niño que dice estar “aburrido”, la anhedonia  adulta en un niño con falta de interés por hacer nada y la indefensión del adulto, de quien ha tenido el control y lo pierde, se traduce en las desesperanza del niño, quien nunca ha tenido el control.
Pero ¿cómo es posible que se depriman nuestros niños si lo tienen todo? Eso debería darnos que pensar..Tienen comida de todos los colores y sabores, más juguetes de los que pueden utilizar, videojuegos, televisión e internet, móviles, con sus sms y whatsapp. Están totalmente sobre estimulados, todo es inmediato, la información vuela y lo que es peor, son más hábiles que los propios padres en muchas facetas como el manejo de las nuevas tecnologías. Los padres han dejado de ser los referentes para pasar a serlo internet con el peligro que eso conlleva. La información que ellos consideran válida no la buscan en nosotros sino en google y les vale “cualquier” información. A eso se junta que los padres tenemos cada vez menos tiempo que dedicar a la crianza porque hoy en día dos no ganan lo que antes ganaba uno solo. Todo esto deja una gran cantidad de niños sobre estimulados, que se crían solos, que tienen tolerancia cero a la frustración y que en definitiva, están deprimidos.
Con todo esto no quiero decir que esté en contra de la tecnología ni mucho menos, sino en la forma que esta está siendo utilizada, sin freno, sin control, sin supervisión adulta. Asimismo, tampoco estoy en contra de los diagnósticos, cuando estos están bien realizados y enfocados en ayudar al menor y en dar un tratamiento adecuado. Por ello lanzo esta reflexión ¿No serán muchos de nuestros niños hiperactivos, deprimidos enmascarados?