jueves, 11 de abril de 2013

Predicar con el ejemplo

Hoy me he descubierto gritándole a mi hijo la frase "quieres dejar ya de chillar!!!!", a lo que el, con toda la razón de mundo me miraba con cara de interrogación. Estaréis de acuerdo conmigo que lo que más cuenta es lo que hacemos y no lo que decimos, tanto en la educación de nuestros hijos como en la vida en general. Entonces ¿porqué nos cuesta tanto dar ejemplo?
Tienes prisa, llevas a tu hijo cogido de la mano, a ratos andando, a ratos arrastrándolo. Llegas al paso de cebra, miras el semáforo que esta rojo, mierda!, miras hacia los lados y no viene ningún coche, bueno uno lejos lejísimos que casi ni se ve. Cruzas a toda prisa diciendo - Hijo, esto no se hace,eh?
¿Os suena?

Como este ejemplo hay muchos más. Puedes intentar inculcar el gusto por leer a tus hijos comprando libros y mas libros infantiles, nunca esta de más, pero si como están acostumbrados a verte, es echado en el sofá con la mirada perdida en el "Sálvame" lo más seguro es que no les mueva demasiado la curiosidad por la lectura.
- Come fruta cariño, come que es muy buena y tiene muchas vitaminas. ¿Y lo dices tú que hace 10 años que no te has comido ni una manzana?
Lo mismo ocurre con las fórmulas de cortesía. No quieras que tu hijo adolescente de repente te pida las cosas "por favor", si toda la vida ha estado obteniéndolo todo sin hacerlo e incluso sin abrir la boca. Eso sí,  cuando tu mismo tengas que pedir algo, di también la frase mágica.
Todos queremos que nuestros hijos sean educados, pacientes, generosos, pero se nos olvida que ellos también quieren que nosotros lo seamos y es imposible que aprendan a serlo si no tienen un modelo al que seguir. Si, tardaremos más, si, a veces querremos coger atajos y no dedicar tiempo a que aprendan, les recogeremos los juguetes si se resisten  ellos, en vez de sentarnos a su lado y ayudarlos a hacerlo. A veces es más fácil sucumbir a las soluciones fáciles pero esto se trata de una carrera de fondo y hay que mirar a largo plazo para obtener resultados pero os puedo asegurar que merecerá la pena.
- Lo siento hijo, no te chillo más.