martes, 7 de mayo de 2013

¿A que ritmo piensas?

Por fin he empezado las prácticas en el cole! Es asombroso la capacidad que tienen los niños desde el primer día de darse enteros, sin pedir nada a cambio. Ya durante la primera semana se me acercaban niñas y niños amorosos que me decían sin ninguna clase de reparo "te quiero". Así, con los ojos limpios y la sonrisa cálida, me abrazan cada vez que me pongo de cuclillas a su altura para poder hablar mejor. Las pantorrillas me duelen es verdad, pero se me ha ensanchado el corazón al moverme todos los días entre tanta inocencia y cariño.
Entre todos los niños, desde el principio me fije en una de ellas que se movía de forma lenta y con mirada somnolienta. Tardaba bastante en hacer los trabajos de clase y me puse junto a ella para ayudarle. "Venga cariño, sigue..., continua..., colorea..., pinta un poco más aquí" como una letanía, cada poco tiempo para instarle a que acabase más rápido la ficha. Al principio haciendo juegos con los lápices de colores, después tocándole la nariz al sonido de "din don" cuando su mente volvía a perderse entre las nubes. Comenzaba a notar cómo me estaba molestando yo a mi misma de tanto repetirme, al mismo tiempo que empezaba a sentir su rechazo en la mirada. Me acordé al instante de aquella clase de niños, que igual que los denominados hiperactivos, tiene un problema de atención, pero contrariamente a estos, presentan un grado de actividad sorprendentemente bajo, apatía, languidez y absoluta falta de motivación. Son los denominados "inatentos", aunque no hay una nomenclatura establecida aún para diagnosticar a las personas que reúnen las siguientes  características que Rosina Uriarte ya menciona en su blog: psicopedagogías.blogspot.com.es:

"Son niños que no se mueven en exceso, muchas veces se trata de todo lo contrario, pues son poco activos y lentos. Pueden pasarse largos ratos sentados tranquilamente realizando sus actividades favoritas y no tienen problemas para terminar algunas de sus tareas. No son impulsivos, pero sí despistados y distraídos. En general todo lo hacen con lentitud, incluso el responder en clase.

Son mejor aceptados por sus iguales que los niños típicamente hiperactivos pues no son conflictivos normalmente. Pueden, sin embargo también mostrar dificultades a la hora de relacionarse y hacer amigos. Muestran torpeza en su autonomía y retrasos en el aprendizaje de la lectura, la escritura y las matemáticas por lo que pueden llegar a sufrir fracaso escolar.
La diferencia de estos niños inatentos con los niños hiperactivos con predominio de déficit de atención está en sus problemas atencionales principalmente. Los niños con TDA-H tienen dificultades para sostener su atención, pueden centrarla pero no pueden mantenerla durante el tiempo necesario para poder realizar sus tareas escolares con éxito. Esto se une a su impulsividad, a su movimiento descontrolado y a su carácter normalmente conflictivo. Los niños inatentos pueden mantener su atención durante largos períodos de tiempo, lo cual es favorecido por su falta de impulsividad y movimiento, pues como se ha dicho, son lentos y poco activos. Su problema atencional no se refiere a la cantidad de su atención (en cuanto al tiempo que pueden mantenerla), sino a la calidad de la misma. Lo que les impide rendir óptimamente en la escuela es su incapacidad de focalizar su atención, de poder ver los detalles importantes y dejar de lado los supérfluos.


Son niños que se les ve a menudo absortos y distraídos, o apáticos y poco interesados. Tardan más que sus compañeros en comprender las explicaciones de los profesores y les cuesta organizar su atención de modo que puedan saber qué pasos han de dar para realizar sus tareas con eficacia."


El tratamiento de estos niños, se trata de entrenamiento psicopedagógico para estimular su motivación y atención, ya que no responden a la medicación que les es suministrada a los niños con TDAH.El diagnóstico por otro lado es muy difícil, ya que no sólo esa niña se comporta de esa misma manera, sino que varios de los chicos y chicas de la clase presentan rasgos parecidos aunque a mi parecer no tan acusados. De todos modos, tal y como se lleva en estos días la educación, en la que la actividad que prima sobre las demás es la ejecución de fichas y más fichas, muchas veces me pregunto si no será algo totalmente normal. En la carrera nos enseñan y hablan, quizás de un modo bastante optimista o idealista sobre la educación personalizada, sobre las inteligencias múltiples, sobre el juego, y sin embargo lo que se vive en los colegios muchas veces es una forma de trabajar en la que todos son evaluados del mismo modo, todos tienen que hacer incontables fichas sentados y quietos en sus mesas, los juegos están reservados para aquellos que terminan pronto, por lo que los que siempre tardan más no pueden disfrutarlos y las inteligencias múltiples siguen sin ser tenidas en cuenta porque lo que realmente prima es que seas bueno en lenguaje y matemáticas. Quizás a mi niña lo que le pasa es que es incapaz de vencer el soberano aburrimiento que le produce ejecutar lo mismo una y otra vez y se pierde en su pensamiento donde juega a todo lo que no le da tiempo a jugar en la clase.
Me atraviesa con la mirada, como si yo no estuviese ahí y fuese transparente, y se que está lejos, contándose cuentos y disfrazándose de princesa. Y cada vez que le repito "Vamos pequeña, un poquito más " me dan ganas de romper la ficha y ponerle delante una bola inmensa de plastilina, para ella sola.