Las fobias sociales suelen comenzar en la adolescencia y giran en torno al miedo a ser juzgado por otras personas y por ello llevan a evitar situaciones sociales determinadas. Al contrario que otras muchas fobias, en la fobia social, no hay distinción de sexo en la prevalencia de la enfermedad.
Las fobias sociales se refieren al miedo exagerado y persistente a actuar de una manera humillante o que suponga la evaluación de los demás,ante personas que no pertenezcan al seno familiar. Algunos ejemplos de situaciones a evitar suelen ser: hablar en público, comer y beber en público, ir a fiestas, utilizar los aseos públicos, reuniones de juegos con otros niños, hacer un examen oral o escrito, escribir en la pizarra....
Tener alguna característica diferente del resto de compañeros, como estar más gordo, o tener alguna minusvalía física puede hacerles más vulnerables para desarrollar una fobia social, por el temor a sufrir burlas. Solo se tratará de un fobia cuando la alteración suponga una interferencia en la vida de la persona y/o que le cause malestar intenso o duradero.
En los niños más pequeños las fobias sociales pueden manifestarse mediante lloros, tartamudez, parálisis, abrazos o aferramiento a familiares cercanos junto a la abstención de mantener relaciones con los demás, pudiendo llegar incluso al mutismo.
Suelen acompañarse de una baja estimación de sí mismo y miedo a las críticas. Puede manifestarse como temor a ruborizarse, temblor de manos, nauseas o necesidad imperiosa de micción y a veces el enfermo está convencido de que el problema primario es alguna de estas manifestaciones de ansiedad. Los síntomas pueden desembocar en crisis de pánico y las conductas de evitación suelen muy intensas y en los casos extremos llevar a un aislamiento social casi absoluto, como es el caso de los Hikikomori.
Fomentar una buena autoestima desde pequeños sería una buena defensa contra esta enfermedad tan paralizante. Asimismo, el saber hacer de los maestros, acompañando a las personas tímidas en su pequeños pasos de apertura, en vez de usar reprimendas y de ridiculizar a alumnos frente a sus compañeros, como se hace hoy en día en muchas aulas en las que la competición deja de lado al compañerismo y los logros son enfocados aún de una manera muy individualista, del modo "si tu pierdes, yo gano"
No soy un hikikomori como tal. En mi caso no es autoestima, sino que el mundo me asusta.
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