Bullying es la palabra anglosajona para designar "acoso escolar". Acoso escolar referido tanto a la violencia física, como psicológica que se lleva a cabo de forma:
- Activa:
- Ataques o intimidaciones físicas.
- Ataques verbales o psicológicos activos como insultos, mofas o bien indirectos: humillaciones, obligación de realizar o presenciar actos degradantes o delictivos, propagación de rumores maliciosos o intentos de rebajar el estatus social.
- Atentados contra la propiedad.
- Acoso o abuso sexual.
- Pasiva: Rechazo o distanciamiento social.
Haciendo una diferenciación por géneros es más usual que nos encontremos varones que peguen insulten o ataquen de forma más directa y chicas que ejerzan un acooso más en forma de rumores o rechazo.
Las estadísticas de bullying en nuestro país son cada vez más alarmantes y cada vez son más los niños y niñas que reconocen haberse sentido acosados o maltratados en las clases. Esto es grave, ya que las consecuencias del bullying se extienden hacia la vida adulta. Los que han sido acosadores tienen 3 veces más probabilidad de desarrollar un trastorno antisocial de la personalidad y los que han sido víctimas, tienen 2,6 veces más posibilidades de desarrollar un trastorno de ansiedad, así como más probabilidades de desarrollar algún trastorno de la conducta alimentaria por la importancia que la valoración de los iguales tiene en la formación de su autoconcepto.
Es común que al hablar de bullying hagamos referencia principalmente al acosador, que en realidad es una víctima y al acosado, que se convierte en la víctima de la víctima. Cierto es que en un caso de acoso habrá que tratar a ambas partes, pero en referencia a una mirada más preventiva la figura que pasa desapercibida y en la que debemos fijarmos más es la del OBSERVADOR PASIVO.
El observador pasivo es:
- El que refuerza indirectamente al agresor, dando muestras de atención, sonriendo o asintiendo.
- El "espectador puro", no hacen nada pero observan la situación.
- El que comenta actuaciones de agresión de unos compañeros hacia otros.
- El que apoya determinadas actuaciones violentas disculpándolas.
- El que no actúa directamente, pero apoya con el silencio.
La distorsiones cognitivas que tiene este observador pasivo son algunas como que "el maltrato son bromas", "no soy un chivato", "no se puede hacer nada". Para cambiar estas distorsiones, debe realizarse una re-estructuración cognitiva en estos observadores (que son la mayoría de los alumnos del colegio) declarando que:
- Es justo ayudar a la víctima con su testimonio e informar del abuso cuando sea necesario.
- Hay que romper con la conspiración del silencio.
- Hay que dar cabida a la posibilidad de contar cuando se observan injusticias entre compañeros.
- Romper el silencio no es ser un "chivato", ni ser un traidor, ni un cobarde sino que es ser un valiente y tener capacidad de enfrentarse.
El papel de los observadores es esencial para que cese el maltrato. Si el conjunto del grupo entiende el problema y actúa conjuntamente para apoyar al compañero que esta siendo maltratado y agredido injustamente, el maltrato cesará.
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